El dolor muscular siempre me ha acompañado y, aunque asumido y aceptado, nunca paro de buscar cómo mantenerlo a raya.

Así pues, cuando hace ya más de año visité por primera vez Workout y me recibieron con la pregunta “¿cuál es tu objetivo?”, la respuesta fue clara: mi objetivo no es ni correr más, ni adelgazar, ni levantar más peso; mi objetivo principal es vivir sin dolor.

A lo largo de los años he aprendido que en mi caso el dolor generalmente va asociado a dos factores fundamentales: uno postural, que mitigo ejercitando la movilidad, el equilibrio, el tono muscular…, y otro, a priori más difícil de contrarrestar, asociado al equilibrio emocional.

Ambos factores están absolutamente interrelacionados e influyen en mi manera de entrenar: si no estoy bien emocionalmente, no solo sufro más dolor sino que además me cuesta más asumir la exigencia física que me plantea el entrenamiento, repercutiendo a su vez en la incidencia del dolor y creando, por tanto, un círculo vicioso.

Es en este punto donde entra en baza lo que para mi es el principal elemento diferencial de Workout y de mi entrenador Jacobo Pérez.

Jacobo posee una capacidad especial para captar rápidamente los laberintos emocionales de la persona que tiene delante. No todos entrenamos igual todos los días, no todos soportamos igual la presión, a una persona puede que haya que tocarle el gen competitivo, a otra puede que sea mejor no presionarle mucho, a otra quizá llevarla al límite… y eso es muy importante captarlo y tenerlo presente en el día a día.

Si a esto le sumamos la incesante búsqueda del entrenamiento más adecuado y ajustado a las características físicas de cada persona, el resultado es que, casi sin uno percibirlo, ambos factores, el físico y el emocional, van avanzando de manera conjunta a través del entrenamiento físico con atención personalizada que me ofrece Workout.

No es de extrañar pues que cuando alguien me pregunta “¿qué tal vas con el entrenador personal?”, mi respuesta suela ser: genial, voy muy bien, y además, no solo es entrenamiento físico, sino que, de alguna manera, también psicológico.

Un testimonio escrito por Rosa Macías.